Todo lo que Damos por Hecho

 

Escrito por Miss Carmen Salazar Hernández

El pasado fin de semana tuve oportunidad de ver la película “Las sufragistas”, cuyo tema es la lucha de las mujeres inglesas, quienes hace noventa años lograron, con no pocos sacrificios, que se les concediera el voto, el derecho a participar en las elecciones de sus gobernantes. Al final del filme, se menciona cuántos años después alcanzaron este derecho las mujeres de otros países. En México, nuestro país, esto se logró apenas hace sesenta y cinco años, a partir de 1953.

La reflexión de este tema tan relevante para las mujeres, y tan importante para la humanidad me hizo reflexionar sobre todos aquellos privilegios que los hombres y mujeres disfrutamos hoy, sin valorar cuánto debieron esforzarse nuestros antepasados para que actualmente gocemos de las libertades y los beneficios que disfrutamos.

En las guerras, por ejemplo, cuan vulnerables eran los guerreros derrotados en las batallas que si acaso salvaban la vida eran tomados como esclavos por los vencedores. O lo dura que fue la vida para los siervos de los señores feudales, trabajando una tierra que nunca les perteneció y pagando altísimos tributos, o cuestiones que parecen más sencillas como ir a la farmacia a comprar los antibióticos, capaces de curarnos en cinco días enfermedades que en el pasado eran mortales.

En fin, son innumerables los progresos realizados en materia de derechos humanos, tales como el derecho a la salud, a la educación, a un trabajo digno y, en suma, lo que algunos han resumido como el “derecho a la felicidad”; sin embargo, la tarea está lejos de haber terminado. En los países más desarrollados los progresos son más notables y uno puede observar que el nivel de participación ciudadana es mayor.

Así pues, concluyo que si soy consciente de todo el esfuerzo humano acumulado atrás de los bienes y derechos que disfruto, debo sentirme agradecida, más no por ello considerar que la tarea está concluida. En vez de desesperarme por todo lo que falta por hacer en aspectos de ecología, de paz, de economía y de desigualdad social, puedo pensar como ser yo más proactiva y, además, confiar en que nuestro país y el mundo cuentan con una numerosa población de jóvenes que en lugar de dar todo por hecho, seguramente trabajarán para lograr la justicia y la equidad que aún nos falta alcanzar.